Nuestro cuerpo es el gran protagonista de los cambios que suceden a medida que crecemos y nos desarrollamos. Muchas veces se utiliza como un “objeto” donde se colocan ansiedades e inquietudes.

El cuerpo hace referencia a lo sensorial, es el primer lugar de inscripción de experiencias que capturan los órganos de los sentidos. Desde el punto de vista psicológico, la información que captan dichos órganos constituye una de las condiciones para que se vayan almacenando en nuestra mente (a modo de huellas) sensaciones placenteras o no, mensajes de aceptación o de rechazo. Estos aspectos, más adelante servirán para comprender la relación que tenemos con nuestro “cuerpo físico”. Para que el placer o el sufrimiento corporal tengan una expresión y se transformen en información se requiere de la presencia de la madre, ella ayuda a su bebé a traducir las incomodidades que siente como por ejemplo: demasiado calor o frío, hambre, pañal sucio, etc. El cuerpo es la primera referencia para la sensación de coherencia. La madre es el primer espejo en el que se mira el niño así mismo. El psiquismo se enriquece a partir del aporte simbólico que los padres y el entorno proveen y que son transmitidos por el discurso parental y social.

Se requieren por lo regular 40 semanas de gestación, aunque se sabe que hay bebés que nacen a las pocas semanas, durante este tiempo se forman los órganos y adquiere forma nuestro cuerpo, en ese período nuestras necesidades “básicas” están cubiertas (comunicación, contacto, movimiento y alimentación), posterior al nacimiento se necesitan aproximadamente entre siete y nueve meses para que el niño se comience a desplazar por sí mismo y durante esta etapa, nuestras necesidades de igual forma se espera que estén cubiertas: comunicación, contacto, movimiento y alimentación. Si un bebé está sometido a la ausencia de alguna de ellas, crecerá reclamando eso que no obtuvo y que necesitaba con desesperación. Antes de los dos años son seres “fusionales”, (es decir no se viven “diferenciados de la madre”), si la madre o el principal cuidador no se encuentra disponible antes de que el niño se aleje de forma natural, podrá experimentar una sensación de vacío intensa, la cual permanecerá y aparecerá en el cuerpo, ya sea de manera física (dermatitis que no se explica desde la medicina) o con algunas conductas. Cuando el cuerpo del bebé no ha sido suficientemente nutrido se dificultan los procesos de simbolización que permiten enfrentar la separación natural con la madre, entonces canalizarán su comunicación por significantes preverbales en forma de emociones “en bruto”, como pesadillas invasoras o problemas psicosomáticos.

A partir de los dos a los tres años inician naturalmente su lenta separación emocional, comienza el desarrollo del lenguaje verbal. Dejan de hablar en tercera persona hasta que se implanta en el lenguaje del niño el "yo". Este es el punto de partida para el camino hacia la separación emocional y la constitución del "yo soy" que finalizará en la adolescencia.

El cuerpo es el lugar en el que se manifiesta el sufrimiento, pero también es aquello que se muestra, un lugar de exhibición y escritura. En la clínica psicológica prevalecen las marcas en el cuerpo que se observan a través de distintas formas o manifestaciones como por ejemplo: conductas autodestructivas, cortes, problemas alimenticios, y/o múltiples tatuajes. Signos, marcas, representaciones que aluden a ¿Gritos mudos?, ¿Será el modo de decirnos, a través de lo visual, de la imagen, aquello para lo que no tiene palabras? Lo que no se puede elaborar desde el discurso, se pone en el cuerpo.
Los cortes pueden entenderse como un primer intento de capturar una intensa emoción y al mismo tiempo enojo por no poder comprender todo lo que pasa alrededor. A través de la terapia se “ayuda a pensar” qué era aquello que se necesitaba capturar y que no tenía palabras. Por ejemplo, la persona que se corta posiblemente esté viviendo un torbellino de conflictos en sus relaciones familiares y/o sociales, en las que encontramos omisiones, secretos, negación y silencio. Pueden representar la urgencia de frenar un dolor psíquico y mudarlo a un dolor visible en el cuerpo a través de “una comunicación potencial”, las lesiones corporales son marcas de una fuente de confusión, ansiedad, sentimientos de vacío o de aturdimiento. Son formas patológicas de encontrar alivio. Para que la autodestrucción se limite y se inicie un proceso de simbolización se necesita de un otro que contenga, sólo así se pueden traducir los sentimientos a palabras y cambiar el síntoma. Cuando no se encuentra el significado en las primeras ocasiones de daño, el síntoma puede volverse crónico o adictivo.

Lo que encontramos en los trastornos alimenticios (desde la psicología del cuerpo), es que: el cuerpo es el espacio donde se lleva a cabo el contacto amoroso o doloroso desde momentos muy tempranos. Tiene que ver con el sostén, el amor o las ausencias. La anorexia encierra sentimientos de invisibilidad para los demás y de no tener solidez interna, sustancia. La visibilidad se relaciona con “ser conocido” por la madre durante la infancia.

Abordando ahora los tatuajes, conviene considerar que ni todos los tatuajes significan lo mismo ni siempre se podría pensarlos como patológicos. “Más allá de la moda” a veces tienen el valor de una escritura o son el modo de tramitar un duelo, mientras que otros son una marca de un dolor que no puede expresarse de otras formas. Los tatuajes son fundamentalmente marcas simbólicas; pero marcas que no se hacen sobre una hoja en blanco sino sobre un cuerpo que desea expresar algo.

Conforme nos vamos desarrollando, se imprimen en nuestro cuerpo, experiencias de muchos tipos y con distintas intensidades, cuando el dolor que soportamos no podemos expresarlo de manera verbal, lo manifestaremos a través de nuestro cuerpo “haciéndole cosas”, o también nuestro cuerpo podrá “hablar por sí mismo” enfermándose.


Vanessa Maillefert Rovira

 

Referencias:

Bowlby, J. (1989). Una base segura. Buenos Aires. Argentina. Ed. Paidós
Erickson, E. E. (1968). Juventud, identidad y crisis. Buenos Aires. Argentina. Ed Paidós.
Lacan, J. (1966). El estadio del espejo como formador del yo tal como se nos revela en la experiencia psicoanalítica" Escritos, México. FCE.