Cuando una mujer se sabe embarazada llegan a ella todo un cúmulo de distintas emociones y sentimientos que la acompañarán durante este período.
El embarazo dura una media de treinta y ocho semanas a partir de la concepción o cuarenta semanas a partir de la última menstruación, en realidad la cuenta en mes es artificial y aleatoria. Una gestación puede durar hasta cuarenta y dos semanas desde la fecha de la última menstruación. Lo mágico que comúnmente pasamos por alto es que de todos los óvulos que produce y libera la mujer y de todos los millones de espermatozoides que produce y libera un hombre, dos se encontraron en el momento exacto.
Durante estas semanas, las mujeres y las personas más cercanas a ellas, pueden experimentar una “bomba emocional”, debido a que los neurotransmisores están alterados ya que no reciben los mismos niveles hormonales de siempre, los niveles de progesterona y estrógenos se duplican y, por este motivo, la parte racional se disminuye, a la vez que se refuerza la parte emocional, lo que favorece el nacimiento del vínculo entre madre e hijo/a.
En medio de este proceso, las mujeres acuden a revisiones médicas periódicas necesarias. Algunas tienen la ventaja de ser acompañadas, de contar con un/a ginecólogo/a amable, paciente y respetuoso/a que no imponga una cesárea cuando no es verdaderamente necesaria, porque el embarazo ha ido correctamente. Pero otras no tienen esa "suerte" y pueden llegar a sentirse como un objeto de estudio hasta el momento en que la cesárea se efectúe o bien se induce el parto cuando se podría producir de forma natural. Cierto es que las mujeres, como las demás personas, tienen umbrales de dolor distintos, y que son ellas en muchos casos quienes solicitan la epidural, demanda totalmente válida.
El momento del nacimiento debería ser algo verdaderamente inolvidable. Sin embargo, es increíble que en estos tiempos existan "historias poco gratas" en el momento del parto. Historias en las que muchas mujeres son todo menos protagonistas de su propio parto. Esto se puede evitar si la mujer toma partido activo de su embarazo y del momento del nacimiento: conectando con su bebé, acudiendo a sus revisiones, alimentándose sanamente, llevando su embarazo de forma saludable haciendo el ejercicio indicado, sintiéndose acompañada, acogida, respetada, valorada, tranquila y feliz, informándose adecuadamente sobre distintas posibilidades para parir: en casa, en agua, en hospitales respetuosos, ser acompañada por una doula.*
* Una doula es una persona, generalmente una mujer, que informa y acompaña en el proceso vital de la maternidad. Actualmente no hay una formación reglada y aunque en muchos países europeos sea algo habitual e incluso esté cubierto por la seguridad social, en España la profesión no está oficialmente reconocida de momento. La doula no es personal sanitario, no es una matrona ni hace su trabajo, no atiende partos, no tacta, no manda tratamientos, no hace diagnósticos, no realiza terapias ni las recomienda. Una doula, acompaña y apoya. Hay estudios que han demostrado que el apoyo emocional de la doula a la familia tiene beneficios durante el parto, tales como reducción en un 50% de cesáreas, un 40% en uso de fórceps, un 60% del uso de epidural o que acorta en un 25% la duración de los partos. Todo esto, por supuesto, como complemento a una buena asistencia sanitaria (“A Doula Makes the Difference” por Nugent, Mothering Magazine, March-April 1998).
Resultaría necesario que, las mujeres tuvieran acceso a información científica para saber y conocer todo lo que vive, experimenta y siente el feto en su vida intrauterina. Para ello, tenemos por ejemplo al Dr. Thomas Verny, psiquiatra, escritor y profesor junto con John Kelly, quienes a través de su libro: “La vida secreta del niño antes de nacer” nos brindan toda esta información y más.
Entre la rutina que envuelve a la mujer embarazada: el trabajo, los quehaceres y posiblemente la crianza de otros hijos/as, un día aparecen las contracciones y, en ocasiones desgraciadamente, algunas mujeres "son presa fácil" para que comiencen los tactos para ir controlando cuánto se va dilatando, poco se habla que la masturbación facilita la labor de parto, el orgasmo es un dispositivo de apertura del útero, durante este proceso están implicados los mismos órganos y las mismas hormonas que participan al hacer el amor, se requiere intimidad; porque en ambos hay sudor, gemidos, jadeos, caderas en movimiento. Llegar al orgasmo requiere poner el cerebro en reposo y fluir para bajar al cuerpo, dar a luz requiere lo mismo.
La oxitocina es la principal hormona responsable de las contracciones uterinas, y es muy sensible; necesita tranquilidad, luz tenue y confianza. Las luces que deslumbran, los continuos controles para ver cuánto vamos dilatando, son estimulaciones que “despiertan” el neocortex generando adrenalina e inhibiendo el proceso.
Parir es algo natural instintivo. “La única forma de humanizar el parto es comprendiendo el hecho de que somos una especie mamífera. El parto es un acontecimiento instintivo, llevado a cabo por nuestro cerebro mamífero, y en el que la participación de nuestra mente racional tiene un efecto contraproducente. Lo más que se puede hacer es rendirse a la experiencia y permitir que ocurra, para lo cual el ambiente en que transcurre y la calidad humana y actitudes de los asistentes es esencial. Las mujeres necesitan sentirse seguras y que su nivel de adrenalina sea muy bajo. En la selva, si una hembra está a punto de dar a luz y se da cuenta de que tiene un depredador cerca, segregará adrenalina para poder defenderse y retrasará el parto para cuando se sienta más segura. Los mamíferos necesitan sentirse seguros y no observados para dar a luz”. Michel Odent
“El nacimiento es un acto sexual que se realizaría con la máxima gratificación de placer para las criaturas humanas, si la sexualidad de la mujer que pare no estuviese destruida”. Wilhelm Reich.
El inicio de la vida se da cuando dilata el cuello del útero, el canal vaginal está formado de tejido elástico que recupera su forma, (la vagina no se suelta después de un parto normal).
Pareciera que, en cuanto se produce el alumbramiento, se corre prisa para cortar el cordón umbilical, cuando éste de ninguna manera hace mal al bebé, no hay prisa, se corta después de que deje de latir. En los primeros minutos de vida lo que necesita el/la recién nacido/a es estar en el regazo de su madre y de modo instintivo reptará hasta encontrar el pezón para succionarlo.
“Desde hace muchas décadas, es costumbre cerrar el cordón umbilical con una pinza en cuanto sale el niño, cuestión de segundos. Eso se hace por temor a que la sangre de la placenta pase al bebé. En efecto, el exceso de sangre en el bebé (poliglobulia) puede producir problemas graves, como trombosis o dificultad respiratoria. Pero estudios modernos demuestran que el pinzamiento demasiado precoz del cordón también da problemas. Cuando se coloca al bebé sobre el cuerpo de la madre (que es donde hay que ponerlo al nacer) y se espera unos tres minutos para pinzar el cordón, el bebé recibe un treinta por ciento más de sangre; se ha demostrado que ese aumento moderado no es perjudicial, no produce trombosis ni afecta a la circulación de la sangre, y que las reservas de hierro aumentan, y eso disminuye el riesgo de anemia al cabo de unos meses. Y todo eso se ha comprobado tanto en niños nacidos a término como en prematuros.” Carlos González en su libro: “Un regalo para toda la vida”.
¿Y qué pasa con las cesáreas? La cesárea es la única operación mayor donde se espera que la mujer este caminando al siguiente día, haciéndose cargo de otro ser humano y una familia entera, ¿cuándo o con que otra operación sucede esto? Con ninguna. La madre necesita reponerse y estar con su bebé, así que apoyemos no sólo con opciones y comentarios muchas veces fuera de lugar, mejor hagamos labores que le preocupen y si hay más niños en casa llevémoslos a dar un paseo, cocinemos algo, seamos amables y solidarios con las madres puérperas.
Es importante comprender que la lactancia materna no es sólo alimentación; es calor, es seguir escuchando los latidos del corazón de mamá y oler su aroma, es contacto, es vínculo, es seguridad, es protección. Dar el pecho sí, es todo eso. Ahora bien, si por alguna razón no se dio el pecho, no es para agobiarse o castigarse, el vínculo se mantiene y se fortalece estando con nuestro hijo/a, dándole el biberón en brazos, viéndolo/a y tocándolo/a, estando ahí presente, realmente presente.
La maternidad/paternidad es magia, creación, temor, incertidumbre, vínculo, amor…… es cansancio.
Qué bien vendría que, cuando las mujeres se encuentran agotadas, su entorno les devolviera algo así como: ¿Estás agotada? No pasa nada, ¿te sientes más cómoda estando en pijama? Quédate así y deja que te cepille el cabello, que te de un masaje en los pies...
La maternidad/paternidad implica compañía, paciencia y aprendizaje. Los/as hijos/as convierten a las mujeres en madres y a los hombres en padres. Las mujeres y los hombres convierten a nuevos seres en sus hijos y detrás de estas palabras: MADRES/PADRES E HIJOS/AS se sujeta todo un universo, en el que nos movemos y vamos aprendiendo que los bebés (niños y niñas) pasan por etapas, poco a poco regulan sus horas de dormir. Es importante que las madres se tomen las cosas con calma, se pueden quedar en la cama dormidas al lado de su bebé. Los pendientes domésticos ahí estarán en casa, esos saben esperar, no pasa nada por tener platos sucios, ropa que lavar, etc.
Poco a poco “las cosas” se van colocando, las horas que se hacían eternas por las noches porque no dormía, porque estaba enfermo/a y miles de porqués se van transformando, los hijos/as han crecido y han empezado a diferenciarse de ti, ¡enhorabuena!
Los berrinches o rabietas, son necesarios y forman parte de "afianzar su yo”, paulatinamente las madres ayudan a poner nombre a sus emociones, los niños/as necesitan que se les hable, que estemos cerca no lejos, aunque vaya creciendo y se desplace por sí mismo/a aún necesita a mamá, a papá, a su principal cuidador/a.
Aprenderán a regular sus emociones en la medida en que vean como los adultos, gestionamos los conflictos que se presentan, ellos y ellas aprenderán a resolver los suyos través de ese “modelado”.
Y, el apego aflora y permanece, ese vínculo emocional entre el niño/a y sus progenitores, se vuelve más fuerte, se debilita, sufre transformaciones. Y esto es normal, puesto que ese cuerpo inicial compartido por dos personas, esos seres fusionales durante el embarazo y durante los primeros años de vida de cualquier niño/a, va saliendo, diferenciándose para habitar “el mundo exterior”, comprender que, estamos inmersos en una sociedad, la cual moldeará en alguna medida nuestra forma de ser, de pensar.
La teoría del apego, concebida hace más de cincuenta años por el psicoanalista británico John Bowlby y validada científicamente por la psicóloga estadounidense Mary Ainsworth, especialista en desarrollo, esta teoría se encuentra en auge. Los expertos en los campos de la psicología, la neurociencia, la sociología y la educación mencionan que el supuesto subyacente de la teoría, que la calidad de nuestros apegos tempranos influye profundamente en nuestro comportamiento adulto y tiene una repercusión especial en una época en la que la gente parece más apegada a sus diferentes dispositivos móviles que a la demás personas.
Hacia el final del primer año de vida ya ha quedado marcada en los cerebros de los bebés una plantilla bastante indeleble sobre cómo pensarán que funcionan las relaciones, con base en la manera en que fueron tratados por sus padres u otros cuidadores importantes. Desde un punto de vista evolutivo, esto tiene sentido porque se debe descubrir pronto cómo sobrevivir en el entorno inmediato.
“Nuestro sistema de apego da preferencia a lo que ha visto de acuerdo con lo sucedido en el pasado”, dijo Amir Levine, coautor del libro Attached, quien explora la manera en que las conductas de apego afectan a la neuroquímica del cerebro.
Aspecto que, sin duda, influirá en el estilo de crianza que estableceremos con nuestros hijos/as. Pero, esto no significa necesariamente que el destino esté marcado y por ende que no se pueda cambiar. En este punto, es importante, echar la mirada en dos direcciones: la primera, que se explore el sistema de apego del que provengo ¿cómo? Una de las maneras es a través de la psicoterapia; examinando sobre nuestro estilo de apego y los comportamientos de sabotaje asociados, así como haciendo consciente la vulnerabilidad y la autonomía experimentada en nuestras distintas relaciones. Y, la segunda, deteniéndome a observar para ser un poco más consciente del apego que estoy desarrollando mis hijos/as, qué patrón se repite de manera mecánica, identificarlo y poder modificarlo.
Echemos un vistazo a las categorías y a sus características, para ir haciendo este “ejercicio” de autobservación e identificar también qué hacen nuestros hijos, qué nos dicen con sus conductas.
Los/as niños/as seguros se enojan cuando sus cuidadores principales se van, y se acercan a ellos con los brazos abiertos cuando regresan. Abrazan con fuerza al cuidador, quien puede calmarlos pronto. Un adulto con apego seguro también busca consuelo y apoyo en un ser querido cuando, por ejemplo, no lo tomaron en cuenta para un ascenso en el trabajo o se siente vulnerable y herido. Además, está listo para actuar de manera recíproca si la situación se revierte, ya que se siente correspondido en el amor y la relación. Le gusta compartir tiempo con su pareja, pero también sabe darle sus espacios. Disfruta de la intimidad y cercanía en una relación, no vive con la preocupación de que su pareja vaya a dejarle, en caso de ruptura le duele, pero es capaz de aceptar poco a poco la separación.
Los/as niños/as en el extremo inseguro-ansioso del espectro se molestan cuando los cuidadores se van y pueden acercarse a ellos cuando regresan. Pero no se calman con facilidad, por lo general porque su cuidador ha demostrado ser una fuente poco confiable de consuelo en el pasado. Pueden patalear y arquear la espalda como si estuvieran enojados. En la edad adulta, tienden a obsesionarse con sus relaciones y es posible que sean muy dramáticos con el fin de obtener atención, tienden a basar su felicidad en la relación, temen a ser abandonados, necesitan estar constantemente con su pareja, gastan energía emocional en pensar en la relación, sienten que la pareja no les ama como debería hacerlo, tienden a interpretar erróneamente lo que hace o dice su pareja.
Los/as niños/as inseguros-evitativos no registran su estrés cuando el cuidador se va (aunque sus hormonas del estrés y su ritmo cardiaco estén elevadísimos) y no muestran mucho interés cuando el cuidador regresa porque están acostumbrados a que se les ignore o rechace. Otra opción es que un padre/cuidador los haya asfixiado con demasiada atención.
Los adultos inseguros evitativos tienden a tener problemas para intimar y es más probable que terminen las relaciones, en especial si les está yendo bien. Tienden a ser distantes y fríos, temen al compromiso, les cuesta expresar sus emociones, valoran demasiado la independencia y la autonomía personal, la pareja no suele ser su prioridad y suelen tener relaciones superficiales.
Por último, los/as niños/as y los adultos inseguros-desorganizados tienen comportamientos tanto evitativos como ansiosos de manera ilógica y errática. Esta conducta es por lo general el resultado residual de situaciones en las que el cuidador durante la infancia era amenazante o abusivo. Se mueven entre relaciones de amor-odio, conflictivas y dramáticas, son inestables y presentan altibajos emocionales, pareciera a veces que no hay conexión entre los que hacen y los que sienten, por un lado experimentan temor a ser abandonados, pero por otro les cuesta tener intimidad.
“Es posible que la gente deba verse como un continuo a través de las distintas categorías” sostiene Glenn Roisman, director del Laboratorio de Investigación en la Universidad de Minnesota.
Expertos como Peter Fonagy, psicólogo y psicoanalista inglés, afirma que: “necesitamos del contexto social para mantener nuestro sentido de seguridad”, esto indica entonces que, las personas en las categorías de inseguridad pueden tornarse más seguras cuando establecen relaciones cercanas con gente segura y, las personas seguras pueden serlo menos si están con personas inseguras. Nada es estático, si sabemos comprenderlo será más sencillo ir hacia adelante.
“Tus padres te han dado la oportunidad de nacer, pero eres tú el que deseas vivir….” Francoise Dolto.
Todo esto forma parte del nacimiento de nuestra salud mental; comprender la relevancia que tiene el embarazo, los primeros años de vida, nuestros vínculos, nuestro entorno. Todo lo que la maternidad envuelve, se trata de que las madres fluyan, observen, se tranquilicen, todo llegará en el momento adecuado; cuando estén preparados para gatear, caminar, controlar esfínteres, dejar la lactancia....
El desarrollo, la salud mental se trata de “vivir” de manera respetuosa en cada etapa, en cada momento, estando, acompañando, compartiendo, enseñando, potenciando los cambios, cuestionando, aceptando, adaptándonos, aprendiendo… siendo resilientes. Y quizá, si nos tomáramos las cosas de esta manera tendríamos más estabilidad, plenitud y satisfacción en nuestra vida.
Vanessa Maillefert Rovira
Psicoterapeuta.
Fuentes:
Bowlby, John. (1993). El apego. España. Paidós.
Gutman, Laura. (2014). La maternidad y el encuentro con la propia sombra. Buenos Aires. Argentina. Planeta.
González. Carlos. (2010). Un regalo para toda la vida. Madrid. España. Planeta.
MacDougall, Jane. Dr. (2009). Embarazo semana a semana. Barcelona. España. Grijalbo
Odent, Michel. (2015). El bebé es un mamífero. España. Ob Stare
Odent, Michel. (2011). Las funciones de los orgasmos. España. Ob Stare Odent, Michel. (2009). La vida fetal, el nacimiento y el futuro de la humanidad. España. Ob Stare.
Verny, Thomas y Kelly, John. (2009). La vida secreta del niño antes de nacer. España. Urano
N. (1998). A Doula Makes the Difference. Mothering Magazine. , March-April.